sábado, 29 de marzo de 2008

Esperanza bajo la ruina


A mi hermana Carmen,

Cuando los árboles caigan muertos sobre las tumbas
Cuando siniestras aves vuelen sobre Pompeya,
Cuando suenen viejos valses, risas inaudibles,
Volverá la sombra prisionera desde la inmensa llanura
Y desatada del ritmo que contiene la vida,
Escribirá de nuevo la Historia
Y cada mañana, cada noche
Regresará precisa a su lugar.


Dibujos de Carmen Ruiz de Apodaca.




jueves, 27 de marzo de 2008

El universo de aracne

"Ninguno lo entendéis. Yo no estoy encerrado aquí con vosotros. Vosotros estáis encerrados aquí conmigo"

Joseph Kovacs (más conocido como Rorschach)



Dibujo de Richard G.

miércoles, 19 de marzo de 2008

84 Charing Cross Road


Otra biblioteca descubierta. Llevo una semana sin dejar de tropezarme con bibliotecas fantasmagóricas que realmente existen. Hace unos días, escribía sobre la Library of Unwritten Books, en EE.UU. Anoche hallé 84 Charing Cross Road. Yo iba a mi biblioteca a por nuevas presas, cuando me tropecé, en la sección inglesa, con el título 84 Charing Cross Road. Inmediatamente llamó mi atención, ya que por esa calle pasaba yo todos los días este verano y, además, siempre cabreada. Acababa en ella porque me perdía cada vez que salía de Lescester Square en busca de una calle donde quedaba a menudo. Así que, cada vez que creía dar con mi destino y en su lugar encontraba el nombre Charing Cross Road, daba una patada en el suelo y soltaba un “me cago en la puta”.
El libro estaba en una edición de Anagrama y en su portada traía la foto de la dichosa calle, con una biblioteca llamada Marks & Co. Sin pensarlo lo saqué y esa misma noche lo empecé y lo acabé. Como suele pasar con esos libros de los que nada sabes y coges con cierto recelo, más motivada por su portada y sus recuerdos que por el conocimiento del autor, me llevé una inmensa sorpresa. Helene Hanff, su autora, decidió publicar la correspondencia que desde Nueva York mantuvo, a lo largo de veinte años, con la librería londinense Marks & Co, a la que solicitaba títulos que no podía conseguir en su país. Una biografía hecha a partir de la biblioteca personal de uno (tal y como Borges sugería), en este caso, la de la excéntrica Helene Hanff, escritora sin éxito de guiones para teatro y televisión, hasta que publica esta correspondencia y, casi sin esperarlo, salta a la fama.
Y yo me preguntaba, ¿cómo no he dado antes con ella? ¿Por qué el mundo no me la había nombrado? Pero abriendo un par de webs, al día siguiente, me enteré que de su librito se hizo una película protagonizada por Anne Bancroff y Anthony Hopkins. Entonces comprendí que, quizá, era yo la única para quien Charing Cross road era sólo el nombre de la puta calle en la que me perdía. Ahora, ya no lo será más. Hasta estoy deseando volver allí para pedirle disculpas a la calle e introducirla en mi lista de mitobibliotecas, junto con las Shakespeare & Co, las Brautigan o las Sandman…


Imprescindible para los que mitificamos ciudades

lunes, 17 de marzo de 2008

Soy una bocazas.


Hoy he estado a punto de ganarme un palizón. Si no llega a estar a mi lado mi querido novio y algunos agentes de policía, de allí, de la calle Puentezuelas, no salgo viva.

No es la primera vez que algo así me pasa. Es casi un ritual ya de mis Semanas Santas. Lo peor de todo es que yo no busco provocar, en realidad soy bastante cobarde y la gente, debo reconocerlo, siempre me ha dado la mar de miedo. El caso es que intentaba yo llegar a mi casa cuando, de pronto, me vi atrapada en medio de una masa humana frenética, que no estaba dispuesta a hacer un pasillito para dejarme pasar, del miedo a perderse la salida de alguna gloriosa virgen o perder de vista el cucurucho de algún penitente. Sin protestar, lo juro, fui haciéndome paso, pero mi tarea era más ardua que la del mismo Sísifo. Y para colmo, yo que había condescendido en no protestar, empecé a escuchar en mi oreja las quejas de esta tropa enfebrecida de incienso: Qué manía con querer pasar!, se atrevía a decir una señora con 40 crucifijos colgados al cuello. Seguida del eco de otras beatas con bolsas de supersol "No tendrán otro sitio"? Ahí no pude más y dije, arrepintiéndome al instante: "Yo sólo pretendo llegar a mi casa, ustedes son las que han ocupado las calles como una panda de fanáticas..." y antes de que me diera tiempo a callarme, se levantó un abucheo creciente hacia mí, que se extendía por varias filas. Creo que me habrían dado un palizón de no ser por la policía, aunque más bien, creo que fue la presencia de mi novio, que me agarró y sacó fuertemente de allí, la que impidió la masacre. En fín, estyo segura de que hasta la poli habría contribuido en lincharme. Y es que no puedo callarme la boca. Cuando salí, iba pensando en lo que debería haber continuado diciéndoles: "ustedes tienen permiso oficial para ser unos fánaticos una semana, pero dejen a los simples mortales vivir"y también hubiera querido añadir que sus procesiones ni siquiera poseen atractivo, que se han quedado demodé y huelen a rancio. Y que son, además de macabras, Kitsch, pero ésto último, encima, ni siquiera lo habrían entendido. Afortunadamente no dije nada, porque como he dicho, soy muy cobarde. Pero no es la primera vez que me libro por los pelos.

Otra Semana Santa, En Almería, iba yo con otro novio mío (parece que siempre abro la boca con ellos cubriéndome las espaldas) cuando me vi de nuevo atrapada, frenada, sin posibilidad de avance. Estaba pasando justo el Cristo yacente con toda su sangre y sus pies con clavos. No tenía más remedio que mirar y no pude evitar el comentario a mi novio, por lo bajo (pero no voy a negarlo, consciente de que la señora de delante lo podía oir), de que los cristianos en el fondo eran unos macabros, y que no contentos con exhibir abiertamente su canivalismo en el acto de la comunión, paseaban también a su muerto lleno de sangre por las calles, lleno de desgarradoras heridas. Macabros, repetí, no hay otra palabra.

Por supuesto la reacción fue inmediata, y si no llega a estar mi novio para sacarme de allí, acabo envuelta en una absurda discusión teológica con una creyente desaforada, que por supuesto, no habría dudado en llegar a las manos.


Así que como no hemos hecho sino empezar la Semana Santa, he decidido hacerme con un horario de desfiles, para no tener más altercados y, para redimirme de la culpa por bocazas, he sacado El evangelio según Mateo de Pasolini, obra que a todo el mundo aconsejo.


Bye.

Un poema de Francis W. Bourdillon

The Night Has A Thousand Eyes

THE night has a thousand eyes,
And the day but one;
Yet the light of a bright world dies
When day is done.
The mind has a thousand eyes,
And the heart but one;
Yet the light of a whole life dies
When love is done.


Este es su poema más famoso y que no merece la pena traducir pues cualquiera con mínimas nociones de inglés lo entendería. Intenté una traducción pero la simplicidad del bello poema se va literalmente al carajo con la no -rima española.

Fue poeta (1852-1921), pero también un excelente traductor de obras francesas.

Me llamó la atención el título porque inmediatamente pensé en Borges y las metáforas, tantas veces comentadas por él, sobre la noche y las estrellas, sobre todo, a través de los poetas ingleses. ¿Quién no recuerda a ese "monstruo hecho de ojos" , imagen de la noche?

viernes, 14 de marzo de 2008

Una curiosidad para incrédulos


Pues resulta que sí existe. Quizá algunos ya lo sabíais, o ni siquiera pusísteis en duda que la biblioteca de libros no publicados o nunca escritos, existiese de verdad. Yo, como lo leí en un libro de Vila-Matas, no le di crédito alguno y pensé que se trataba de un juego suyo, sin más. Me parecía demasiado literaria la idea de que en un lugar existiese una especie de anti-biblioteca o museo de libros rechazados por editoriales. De hecho, descubrir la existencia real de The Brautigan Library ha sido del todo azaroso. Mi británico esposo leía un libro de poemas de un tal Brautigan y se lo dejó encima de la mesa. Miré algunos de los poemas y acabé leyendo por encima la nota sobre el autor. Ahí me tropecé con la alusión a esa librería que lleva su nombre y con la razón de su existencia.
La idea nace de la ficción, exactamente de un libro de Brautigan, The Abortion: An Historical Romance 1966, en el que un librero y su novia tropiezan en San Francisco con una imaginaria biblioteca de ejemplares nunca publicados. Esta novela fue publicada en 1971, y en el 2002, Carolina Jupp y Sam Brown, inspirándose en esta obra, fundaban The Library of Unwritten Books, en Burlington, Vermont, en los EE.UU.
Así que es verdad. Pero lo mejor de todo es algo que sugerían en un artículo que leí días después en la web de Richard Brautigan. Que la idea de esa biblioteca está también en la gran obra de Neil Gaiman, Sandman.

Claro que sí, como olvidarlo. Los tomos que había en las estanterías del la librería del Señor de los sueños, Morfeo, eran volúmenes que sólo habían existido en los sueños de sus autores.
Allí en los reinos de Sandman se encontraba la verdadera Library of Unwritten books, ya que no sólo no pudieron ser publicados sino que ni siquiera fueron escritos.

Para acabar y a modo de curiosidad, en el catálogo de esta biblioteca de Burlington, en la que se acepta cualquier libro con la condición de que no haya sido publicado y que esté escrito en inglés, hay una sección especial de obras bilingües en la que podemos encontrar a tres hispanohablantes: Francisco Ruiz-Henao, con una obra sin título; Luis Serna, con Trade Union Experiences; y Rafael Ayala-Silva, con la obra Memories of a Soul.
Dicen que hay auténticas joyas entre tanto libro, pero para comprobarlo tendríamos que cruzar el Atlántico porque en la Brautigan Library, las obras ni se venden ni se prestan. Quien tenga curiosidad puede ir hasta allí, leer lo que quiera, volver a depositarlo en las estanterías y salir con las manos vacías.
Imagino que la imaginaria Biblioteca de Babel de Borges contiene en alguna región hexagonal tanto The Library of Unwritten Books, con todos sus volúmenes como los oníricos tomos del reino de Morfeo. Ellos, pero también sus falsas copias.

jueves, 13 de marzo de 2008

DIVÁN DE LOS INCRÉDULOS


Inventar, inventar, inventar. Una vez escuché unas graciosísimas declaraciones de Godard a propósito de la autoría de ciertas obras y la invención de personajes como Homero o Sócrates. Acababa diciendo que así como Platón se inventó a Sócrates pero firmó sus obras como Platón, Max Brod debería haber sido honesto y no firmar sus obras con el nombre de Kafka.
Pero, ¿realmente importa? Parece ser que a algunos les importa y demasiado.
Puede que Dios naciera ya muerto, pero el problema con los muertos que siguen en el mundo es que siguen funcionando como mitos y eso nos identifica con los que somos: creadores de literatura fantástica y también creadores de espectros.
¿Es eso malo o bueno? No es ni bueno ni malo; simplemente, es. Y plantearse otra cosa es indecente. Porque la decencia está en aceptar que son porque somos, y no al revés. Mis queridos Dorian, Hydes, Wilsons tienen su estado independiente y nadie les pide cuentas. Quienes lo hacen suelen acabar en algún Waldau o Herisau de algún lugar de los Alpes. Pero a Dios todo el mundo le pide cuentas. A él y a sus súbditos. Como a él no pueden castigarle, castigan a los otros, fieles o detractores. Deberían crear un ManiTeocomio pero parece ser que aplicar la literatura divina a la realidad (y fin justifica medios) es cascarilla. Eso sí, sin pasarse, porque a los Mesías nacidos después de C. se les da pasaporte a Herisau. Hay que tener un control. Dígame usted, Costello, un solo fundamento estable que justifique su creencia en Dios.

Entonces, Elisabeth, se pusó de pié ante el enorme auditorio y confesó:
“Me venía muy bien en ese momento la creencia en un dios, de la misma manera que hoy, uniéndome a muchos Bartlebys, digo “I should prefer not to”

Y santas pascuas.