martes, 19 de agosto de 2008

Reencuentro


A Carlos, el poeta que hizo posible el reencuentro,
Estaba buscando a Jabès como quien busca un árbol diminuto en el bosque de la memoria
Durante mucho tiempo perseguí a ciegas el nombre de aquel a quien amaba
Aquel a quien leía en los duros inviernos de Francia
Las estaciones cambiaron y la primavera ocultó su nombre fruto de un deshielo
En otoño volvieron los ecos de un vago recuerdo. Busqué entre las sombras. Pero los nombres eran enredaderas que avanzaban sin destino. Cada palabra era una sombra de otra sombra. Y su nombre había desaparecido. Así olvidé al egipcio, como olvidé su origen egipcio. Y luego vino el olvido del olvido. Un día ya no sabía que había olvidado el nombre del poeta Jabès, cuyo nombre al pronunciarlo es como decir que olvidé al judío Yavhé. Olvido de los dioses.
Freud diría que un trauma se cobra siempre un chivo. Un chivo expiatorio fue quizá este poeta judío, de mis duros inviernos de Francia, cuyo olvido trajo como consecuencia su olvido.
Sin referente, nadie pudo ayudarme en el recuerdo. Las personas no podían pronunciar un nombre del que tan sólo recordaba un dato: era judío.
Y se sucedieron primaveras, un ciclo y otro ciclo. Y olvidé completamente mi olvido.
Anoche regresó su nombre tras 5 largos años de exilio. No vino del verde laberinto de mi memoria sino del azar artificioso que con amabilidad me devolvía un gesto. Un poeta chileno me hablaba a través de la pantalla. Un poeta al que una noche de aquellos fríos inviernos de Francia le pronuncié el nombré de Jabès. Un laberinto. Su nombre enredado a los miles de nombres que aquel invierno pronunciamos entre el frío y el vino solidario de las noches sin estrellas. Y entre todos los nombres, escribió en la pantalla el nombre de Jabès, provocando en el bosque del recuerdo el árbol completo, el árbol perdido: Edmond Jabès.
Así pasé la noche en vela, releyendo, como quien descubre en un baúl arrinconado las cartas de un amante lejano al que el tiempo ha diluido. Y sus versos me llevaron a recordar lo que fui, lo que soy y lo que aún no he sido.

Para los que aún no lo han leído, aquí dejo un poema suyo:
Y Yukel habla...
Y Yukel habla:Te busco.El mundo donde te busco es un mundo sin árboles.Sólo calles vacías,calles desnudas,el mundo donde te busco es un mundo abierto a otros mundos sin nombre,un mundo donde no estás, donde te busco.Están tus pasos,tus pasos que sigo, que espero.He seguido el lento caminar de tus pasos sin sombra,sin saber quién era yo,sin saber a dónde me dirigía.Un día estarás.Será aquí, en otro lugar,un día como todos los días en que estás.Será, tal vez, mañana.He seguido, para llegar hasta ti, otros caminos amargosdonde la sal quebraba la sal.He seguido, para llegar hasta ti, otras horas, otras riberas.La noche es una mano para quien sigue la noche.De noche, todos los caminos caen.Era necesaria esa noche en que tomé tu mano, en que estábamos solos.Era necesaria esa noche como era necesario ese camino.En el mundo donde te busco eres la hierba y el deshielo.Eres el grito perdido en que me extravío.Pero también eres, ahí donde nada vela, el olvido hecho de cenizas de espejo.