martes, 16 de noviembre de 2010

Canto alucinado del soldado perdido en la batalla


Turquía está muy lejos.
Voy en brazos de mujeres hacia campos incorruptos donde las tropas de la muerte no me lleguen, donde no se reconozca la cripta del tiempo. Camino por bosques violeta y es violeta el tiempo que huye por laderas infinitas donde los que aún no han nacido esperan su redención.
Voy como si siempre fuese. Oigo como si siempre oyese: tambores de la vida disfrazados, cadáveres en potencia derramados por el campo.
Y a lo lejos, la sombra de una niña. La eterna niña por los rincones del río estrangulado.
Entre tanto, pasan ejércitos cansados, ojos delirantes, besos perforados, abrazos viejos, risas paternas atentas al cuerpo malogrado. Cadáveres que cambian su forma y son a un instante la luna, a otro el cielo. Tropas que avanzan decapitando rosas. Y caen las cabezas sin tallo rociando el campo con su tono hiel.
Y a lo lejos, la sombra de una niña. La eterna niña por los rincones del río estrangulado.
Camina la niña de rosa con cuerpo de rosa y alma de pájaro. Y lleva la niña una lanza y degolla al padre campo. Es violeta el camino y se abre al final un lago.
Toda Turquía duerme y Turquía son mis años.